viernes, 31 de mayo de 2013


MOTIVAR A LOS ALUMNOS
EN LA MATERIA QUE ENSEÑA
(Ensayo)

Los nuevos escenarios de transformación en el cual se asume la profesión docente, suponen un cambio de base respecto al papel tradicional del profesorado donde se da ahínco en prestar una mayor atención en el aprendizaje del estudiante. Se trata de superar el modelo de un profesor como transmisor autoritario prestador de conocimientos para convertirse en un tutor del aprendizaje, es decir, un profesional capaz de motivar a los alumnos en la materia que enseña, plantear preguntas, guiar en la búsqueda de soluciones y evaluar adecuadamente el aprendizaje.
Las clases tradicionales, corresponden al tiempo dedicado de exposición por parte del profesor y el trabajo individual de los alumnos lo que seguramente aumenta una pérdida en las interacciones positivas entre compañeros que influye en una menor motivación, y por tanto, en el aprendizaje. Por lo que, el profesor debe ser capaz de reconocer el estilo que predomina en su clase con la finalidad de tomar conciencia sobre las efectos y consecuencias que tiene en la relación y el desarrollo de sus estudiantes, todo ello supone consolidar un tipo de relación que parta del reconocimiento y aceptación de cada educando como persona, mas allá de que nuestro rol como docentes, es potenciar un clima de respeto y seguridad en su seno dentro y fuera del ámbito educativo.
Lo que se pretende trasmitir, desde mi punto de vista es develar el “hilo conductor” que traspasa todos estos tópicos con respecto a la educación. A lo largo de este ensayo, nos iremos informando respecto al progreso que han tenido algunos factores que se vinculan a ello como la economía, la política, la cultura, y que han ido ejerciendo fuerza de valor en el marco de la enseñanza a lo largo de los años. La meta de la mejora en la educación, no es otra que la formación de ciudadanos críticos y transformadores, en tanto que la labor del profesorado transciende estamos en la responsabilidad de proporcionar en los estudiantes oportunidades para discutir, explicar, construir conocimientos en un contexto global, completo e innovador. Cuya tarea consiste en ejercer la labor de mediador entre los debates que se practican en el aula, como un investigador que diagnóstica permanentemente la situación y elabora estrategias de intervención adaptadas al contexto de discusión entre los interlocutores.
En argumentos propios del autor, señala que los educadores han de ser multifacéticos en todas las posibles áreas de estudio, es decir convertirse en un relacionante amplio y especialista en las materias que se impartan dentro de la institución y ofrecer respaldo constante para la convivencia activa con las y los actores que interactúan en su ámbito, tales como los organismos vivos la comunidad y sus entornos, y a fin de ampliar estos hechos el mismo ha de ser un buen planificador e implementador de la enseñanza en todos los ámbitos: selección y organización de la cultura que se pretende enseñar a través de los programas; especialista en los métodos de enseñanza; y la evaluación más coherente con el modelo de trabajo que pretende realizar con el alumnado.
Una de las tantas funciones fundamentales del profesor, es la de desarrollar un currículo en el que todos los alumnos tengan la oportunidad de aprender y de alcanzar el éxito aspirado, de manera convincente respectando las individualidades y registrar los tipos de saberes que se descubren; por ejemplo, a través de modelos globalizados desde la infantil, primaria o interdisciplinarias como el tramo de la secundaria. Las decisiones en este sentido, suponen la elección y combinación de distintos elementos metodológicos que se consideren los más adecuados para desarrollar las diversas actividades en el aula, de tal modo que, siendo coherentes con los contenidos que se sostienen respecto a los procesos de enseñanza-aprendizaje, al ponerlos en acción faciliten el logro de aquellos propósitos que se desean.
En los que subyace, siempre una ideología  de participación sobre cómo aprenden los alumnos, denominado como: “Interacción entre iguales”, tratando de favorecer al máximo actividades de trabajo grupal cooperativo, que permitan compartir experiencias, desarrollar y afianzar el aprendizaje, las relaciones  sociales y sentir el apoyo entre compañeros y compañeras.
Estos principios se trasladan, al campo de las actividades que se imparten y que a su vez pueden componerse en tres dimensiones básicas: las estrategias de enseñanza de las que disponen los educadores, los medios y recursos didácticos a utilizar, y el entorno de aprendizaje integrador, compuesto éste último a su vez por: la formación de grupos de trabajo, la organización espacial y temporal del aula, y las relaciones interactivas entre profesor y alumnado, las estrategias de enseñanza de las que disponen los educadores, se clasifican en estrategias por experimentación o por recepción; en la primera el alumnado tienen un mayor protagonismo en la construcción del conocimiento, y en la segunda se establece por la capacidad de captación en los mensajes de estudio, que sin duda el tipo de estrategia que utilicemos tiene que ver con el contenido a enseñar, seguido de los medios y recursos didácticos a utilizar.
 Los recursos didácticos son los materiales de apoyo con que cuenta el profesor para realizar su labor (libros de texto, televisión, DVD, ordenador, videos, láminas, proyector y más actualizado el internet). Sin embargo, lo realmente importante es la práctica, conocimiento y el uso que hace el profesor de los mismos, ya que los avances tecnológicos no garantizan por sí solos la calidad y utilidad del recurso, sino la aplicación pedagógica que de él realice el mismo. Los medios amplían la realidad y según se utilicen estaremos desarrollando una habilidad cognitiva avanzada en los alumnos y la distribución del tiempo, la organización espacial, los agrupamientos y las relaciones interactivas entre el profesor y alumnos.

Aquí llegamos, al punto final “educar en la sociedad del conocimiento”. La sociedad ha vivido tres revoluciones industriales a lo largo de los años. Detallando la tercera revolución industrial (donde se conocen las redes, los interlaces y las conexiones con la información). Y es en la que nos encontramos hoy en día, llamada revolución tecnológica o científico-técnica. Lo más característico, es la gran creciente importancia de la innovación, además mencionar que existen tres tipos de capital en esta última era: económico, social y político, es la que provocará una nueva movilización de medios de producción y de coordinación del trabajo. Nos damos cuenta que hoy en día la “institución escolar posee hoy una importancia económica y social nunca antes igualada”.
A la conclusión que podemos llegar es ya no sirve la escuela que había antiguamente en la que solo se formaba para el trabajo. Ahora es necesario que el aprendizaje profesional sea más práctico y que sirva de dirección al alumnado. Por lo que es inevitable que el aprendizaje tenga que ser mucho más abstracto y activo. Pero tampoco se trata solo de eso si no de cambiar también las actitudes y favorecer el desarrollo.
Frente a la problemática por la cual están pasando no sólo docentes sino padres, y los más importantes; los niños y las niñas. Mi opinión es que la escuela está creada por la sociedad y que si ésta es deficiente en algunos aspectos no es por el sistema escolar sólo sino también porque la sociedad de esta manera la fortalece. Es muy difícil dar solución a todas las complejidades que la sociedad crea, dispone y enfrenta, y por supuesto la escuela sola no puede con tantas situaciones difíciles de contraponer. Por último añadir que lo importante es saber que “el conocimiento es precisamente la capacidad de dirimir y manejar las informaciones que se desglosan en el mundo”.
Autora: Yileny Rodríguez


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