MOTIVAR
A LOS ALUMNOS
EN
LA MATERIA QUE ENSEÑA
(Ensayo)
Los
nuevos escenarios de transformación en el cual se asume la profesión docente,
suponen un cambio de base respecto al papel tradicional del profesorado donde
se da ahínco en prestar una mayor atención en el aprendizaje del estudiante. Se
trata de superar el modelo de un profesor como transmisor autoritario prestador
de conocimientos para convertirse en un tutor del aprendizaje, es decir, un
profesional capaz de motivar a los alumnos en la materia que enseña, plantear preguntas,
guiar en la búsqueda de soluciones y evaluar adecuadamente el aprendizaje.
Las
clases tradicionales, corresponden al tiempo dedicado de exposición por parte
del profesor y el trabajo individual de los alumnos lo que seguramente aumenta
una pérdida en las interacciones positivas entre compañeros que influye en una
menor motivación, y por tanto, en el aprendizaje. Por lo que, el profesor debe
ser capaz de reconocer el estilo que predomina en su clase con la finalidad de
tomar conciencia sobre las efectos y consecuencias que tiene en la relación y
el desarrollo de sus estudiantes, todo ello supone consolidar un tipo de
relación que parta del reconocimiento y aceptación de cada educando como
persona, mas allá de que nuestro rol como docentes, es potenciar un clima de
respeto y seguridad en su seno dentro y fuera del ámbito educativo.
Lo
que se pretende trasmitir, desde mi punto de vista es develar el “hilo
conductor” que traspasa todos estos tópicos con respecto a la educación. A lo
largo de este ensayo, nos iremos informando respecto al progreso que han tenido
algunos factores que se vinculan a ello como la economía, la política, la
cultura, y que han ido ejerciendo fuerza de valor en el marco de la enseñanza a
lo largo de los años. La meta de la mejora en la educación, no es otra que la
formación de ciudadanos críticos y transformadores, en tanto que la labor del
profesorado transciende estamos en la responsabilidad de proporcionar en los
estudiantes oportunidades para discutir, explicar, construir conocimientos en
un contexto global, completo e innovador. Cuya tarea consiste en ejercer la
labor de mediador entre los debates que se practican en el aula, como un
investigador que diagnóstica permanentemente la situación y elabora estrategias
de intervención adaptadas al contexto de discusión entre los interlocutores.
En
argumentos propios del autor, señala que los educadores han de ser multifacéticos
en todas las posibles áreas de estudio, es decir convertirse en un relacionante
amplio y especialista en las materias que se impartan dentro de la institución
y ofrecer respaldo constante para la convivencia activa con las y los actores
que interactúan en su ámbito, tales como los organismos vivos la comunidad y
sus entornos, y a fin de ampliar estos hechos el mismo ha de ser un buen
planificador e implementador de la enseñanza en todos los ámbitos: selección y
organización de la cultura que se pretende enseñar a través de los programas;
especialista en los métodos de enseñanza; y la evaluación más coherente con el
modelo de trabajo que pretende realizar con el alumnado.
Una
de las tantas funciones fundamentales del profesor, es la de desarrollar un
currículo en el que todos los alumnos tengan la oportunidad de aprender y de
alcanzar el éxito aspirado, de manera convincente respectando las
individualidades y registrar los tipos de saberes que se descubren; por
ejemplo, a través de modelos globalizados desde la infantil, primaria o
interdisciplinarias como el tramo de la secundaria. Las decisiones en este
sentido, suponen la elección y combinación de distintos elementos metodológicos
que se consideren los más adecuados para desarrollar las diversas actividades
en el aula, de tal modo que, siendo coherentes con los contenidos que se
sostienen respecto a los procesos de enseñanza-aprendizaje, al ponerlos en
acción faciliten el logro de aquellos propósitos que se desean.
En
los que subyace, siempre una ideología
de participación sobre cómo aprenden los alumnos, denominado como:
“Interacción entre iguales”, tratando de favorecer al máximo actividades de
trabajo grupal cooperativo, que permitan compartir experiencias, desarrollar y
afianzar el aprendizaje, las relaciones
sociales y sentir el apoyo entre compañeros y compañeras.
Estos
principios se trasladan, al campo de las actividades que se imparten y que a su
vez pueden componerse en tres dimensiones básicas: las estrategias de enseñanza
de las que disponen los educadores, los medios y recursos didácticos a
utilizar, y el entorno de aprendizaje integrador, compuesto éste último a su
vez por: la formación de grupos de trabajo, la organización espacial y temporal
del aula, y las relaciones interactivas entre profesor y alumnado, las
estrategias de enseñanza de las que disponen los educadores, se clasifican en
estrategias por experimentación o por recepción; en la primera el alumnado
tienen un mayor protagonismo en la construcción del conocimiento, y en la
segunda se establece por la capacidad de captación en los mensajes de estudio,
que sin duda el tipo de estrategia que utilicemos tiene que ver con el
contenido a enseñar, seguido de los medios y recursos didácticos a utilizar.
Los recursos didácticos son los materiales de
apoyo con que cuenta el profesor para realizar su labor (libros de texto,
televisión, DVD, ordenador, videos, láminas, proyector y más actualizado el
internet). Sin embargo, lo realmente importante es la práctica, conocimiento y
el uso que hace el profesor de los mismos, ya que los avances tecnológicos no
garantizan por sí solos la calidad y utilidad del recurso, sino la aplicación
pedagógica que de él realice el mismo. Los medios amplían la realidad y según
se utilicen estaremos desarrollando una habilidad cognitiva avanzada en los
alumnos y la distribución del tiempo, la organización espacial, los agrupamientos
y las relaciones interactivas entre el profesor y alumnos.
Aquí
llegamos, al punto final “educar en la sociedad del conocimiento”. La sociedad
ha vivido tres revoluciones industriales a lo largo de los años. Detallando la
tercera revolución industrial (donde se conocen las redes, los interlaces y las
conexiones con la información). Y es en la que nos encontramos hoy en día, llamada
revolución tecnológica o científico-técnica. Lo más característico, es la gran
creciente importancia de la innovación, además mencionar que existen tres tipos
de capital en esta última era: económico, social y político, es la que
provocará una nueva movilización de medios de producción y de coordinación del
trabajo. Nos damos cuenta que hoy en día la “institución escolar posee hoy una
importancia económica y social nunca antes igualada”.
A
la conclusión que podemos llegar es ya no sirve la escuela que había
antiguamente en la que solo se formaba para el trabajo. Ahora es necesario que
el aprendizaje profesional sea más práctico y que sirva de dirección al
alumnado. Por lo que es inevitable que el aprendizaje tenga que ser mucho más
abstracto y activo. Pero tampoco se trata solo de eso si no de cambiar también
las actitudes y favorecer el desarrollo.
Frente
a la problemática por la cual están pasando no sólo docentes sino padres, y los
más importantes; los niños y las niñas. Mi opinión es que la escuela está
creada por la sociedad y que si ésta es deficiente en algunos aspectos no es
por el sistema escolar sólo sino también porque la sociedad de esta manera la
fortalece. Es muy difícil dar solución a todas las complejidades que la
sociedad crea, dispone y enfrenta, y por supuesto la escuela sola no puede con
tantas situaciones difíciles de contraponer. Por último añadir que lo
importante es saber que “el conocimiento es precisamente la capacidad de
dirimir y manejar las informaciones que se desglosan en el mundo”.
Autora: Yileny Rodríguez
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